ANUARIO AGUSTINOS 2013-2014 - page 62

La amistad
T
odos los tratados de psicología e
incluso la propia experiencia de
vida, nos hacen ver como la entra-
da de los niños en la adolescencia, que
generalmente viene asociada a la incor-
poración en la ESO, produce un progre-
sivo alejamiento del círculo familiar en
los adolescentes que pasa a tomar como
referencia a los amigos. Podríamos decir
aquí que el fuerte punto de apoyo del
niño en la familia, da el testigo al grupo
de amigos en la adolescencia.
Esto conlleva preocupación en los pa-
dres que ven como poco a poco pier-
den el control y la influencia que tienen
sobre sus hijos, y como la necesidad
de educarles y marcarles pautas para
la vida, choca frecuentemente con las
pautas de conducta de su grupo de
amistades y con su incipiente ansia de
emancipación. Hay que decir aquí que
todo eso es normal y que como medi-
cina preventiva conviene suministrar en
la etapa de niñez, fuertes dosis de afecto
y unas pautas de conductas claras y fir-
mes por parte de los padres.
Por otro lado para el adolescente apa-
rece el valor de la amistad como algo
más que aquel compañero o compañe-
ra con los que cambio cromos, preparo
playbacks o juego a la pelota. El adoles-
cente crea vínculos muy estrechos con
los amigos y busca en ellos compren-
sión, fidelidad, confianza, lealtad, since-
ridad, respeto, reciprocidad y amor, pero
hay que tener en cuenta que los fuertes
lazos que se crean entre ellos, llevan en
ocasiones a rupturas en las relaciones
que pueden llegar a ser muy dolorosas
e incluso a crear conflictos que ellos
mismos no saben solucionar ya que es-
tán inmersos en sus propios cambios y
no entienden muy bien qué está pasan-
do. Es importante en estas situaciones,
acompañarlos, aconsejarlos e incluso, si
es necesario, recurrir a especialistas que
marquen las pautas adecuadas para so-
lucionar el conflicto. Debemos entender
que están en un proceso de búsqueda
de su propia identidad y que es normal
que sus propios cambios internos lleven
también a cambios en las relaciones de
su entorno de amigos.
Para concluir diría que un buen amigo
es para el adolescente un necesario, im-
portante y valioso compañero de viaje
con el que se comparten dudas, ale-
grías, penas y esfuerzos. Con él se crece,
se aprende a convivir y se crean víncu-
los que si son auténticos son para toda
la vida.
Un texto de San Agustín en sus Confe-
siones, describe su experiencia personal
de vida con sus amigos, y nos ilustra so-
bre cómo se concreta en el día a día la
amistad bien entendida:
“ Había un montón de detalles por
parte de mis amigos que me hacía más
cautivadora su compañía: charlar y reír
juntos, prestarnos atenciones unos a
otros, leer en común libros de estilo
ameno, bromear unos con otros dentro
de los márgenes de la estima y respeto
mutuos, discutir a veces, pero sin acri-
tud, como cuando uno discute consigo
mismo. Incluso esta misma diferencia
de pareceres, que, por lo demás, era
un fenómeno muy aislado, era la salsa
con que aderezábamos muchos acuer-
dos. Instruirnos mutuamente en algún
tema, sentir nostalgia de los ausentes,
acogerlos con alegría a su vuelta: estos
gestos y otras actitudes por el estilo,
que proceden del corazón de los que
se aman y se ven correspondidos, y que
hallan su expresión en la boca, lengua,
ojos y otros mil ademanes de extrema
simpatía, eran a modo de incentivos
que iban fundiendo nuestras almas y
de muchas se hacía una sola”. (Conf. IV,
8, 13).
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Juan Pedro Tarrasó Giner
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Agustinos de Valencia •
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