Revista pascua 60 dias - page 19

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Dpto. Pastoral
Revista Informativa de A.M.P.A.
L
o primero que se nos ocurre
al encontrarnos con estos dos
conceptos son las de niciones
clásicas que casi todo el mundo conoce;
el desierto es el lugar o terreno que está
despoblado o deshabitado, y la montaña
es la elevación natural del terreno de gran
altura. Pero cuando van precedidas del
concepto de Pastoral, automáticamente se
nos convierten en imágenes o metáforas
para re ejar estados omomentos de la vida
de las personas. De esta forma, además se
subrayan los mismos conceptos con su
riqueza de sentido gracias a su aparición en
muchos momentos de la historia sagrada
tal como se nos re ere en la Biblia.
Es precisamente la Biblia la que
nos da muchas claves de cada uno de
estos conceptos según las vivencias
del pueblo de Israel y del propio Jesús
y sus seguidores. En ambos casos nos
encontramos con espacios propicios
para el encuentro con Dios y con uno
mismo; se convierten por tanto en
perfectos espacios para la reflexión. Del
desierto del Sinaí al desierto de Judea,
y del monte Horeb al monte Tabor
pasando por el monte Carmelo… o al
monte Calvario pasando por el monte
de los Olivos.
La vida pastoral y especialmente
la catequética así como la vida de
cualquier creyente, pasa a lo largo de
su vida por estos “espacios” singulares
en los que se nos da la oportunidad de
detener nuestra vida y enfrentarnos a
nosotros mismos, a nuestros miedos
y a nuestras expectativas dentro del
caminar como peregrinos. Dentro de
esta Cuaresma hemos podido recorrer
tanto el desierto como la montaña de
la mano de Jesús. En ellos nos hemos
purificado y superado las tentaciones,
hemos visto un anticipo de la gloria de
Dios y nos ha quedado claro el camino a
seguir para acompañar a Jesús hacia la
Pascua. Y será precisamente un monte
(Gólgota) el que acoja el elemento de
nuestra salvación: la cruz.
Desde esta particular atalaya Jesús nos
entrega a todos un gran mensaje lleno
de amor y perdón, de paz y de esperanza.
Desde el Gólgota Jesús espera la respuesta
de unos niños que se preparan para
recibirle en el sacramento de la Eucaristía;
espera a los jóvenes para se comprometan
con los grandes valores y den testimonio
de su mensaje en la vida; y espera que
todos seamos como el discípulo amado
(Juan) y acojamos en nuestra vida aMaría
como nuestra Madre.
La Pastoral que por definición literal
nos llevaría a verdes praderas o a ricos
pastizales, encuentra en el desierto
y la montaña unas perfectas rutas
trashumantes para seguir encontrando
su auténtico sentido y orientación. De
este modo podemos concluir que la vida
de la pastoral como la de las personas
también requiere de estos hermosos
paréntesis que ayudan a retomar el
buen camino y buscar la mejor de las
metas: JESUCRISTO.
¡Feliz Pascua a todos, hermanos!.
P. Juan Manuel Paniagua
Pastoral: desierto y montaña
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